Monumentos

Casa Torre de los Alzola, SXV

Casa Torre de los Alzola

Torrekoa se encuentra en el centro de la villa, en la plaza Kalebarren. Primero fue torre de Ronda, a finales del siglo XV se le denominó casa torre de Arriola, y a finales del siglo XVI de los Altzola.

Desde el punto de vista arquitectónico esta casa torre es un edificio noble, señorial y elegante, que en 1964 fue declarado monumento histórico-artístico de Gipuzkoa y, por decreto del 10 de noviembre de 1980, del Estado. Asimismo, el Gobierno Vasco por orden del 6 de abril de 1998, el Casco Histórico donde se encuentra ubicado este edificio, fue inscrito como Bien Cultural, con la categoría de Conjunto Monumental, en el Inventario General de Patrimonio Cultural Vasco.

Destacaría los siguientes elementos arquitectónicos de este hermoso edificio: el orden de ventanas y balcones en las cuatro fachadas; el arco de medio punto de tipo renacentista, aunque más tardío, en la fachada principal; el arco rebajado del sótano y los dos arcos geminados de los pisos superiores, en la fachada este; el arco ciego y las cuatro modillones salientes, en la fachada norte; el amplio alero de madera, la cornisa decorada a base de pequeños prismas de piedra y el entramado de madera que tiene encima; cubos y garitones en las cuatro esquinas debajo de la cornisa; el escudo de armas (instalación promovida por el capitán Bartolomé de Altzola en 1604) y el reloj de sol que se encuentran en la esquina derecha de la fachada principal.

El hecho de estar situada esta casa en el núcleo urbano, ha hecho posible que ofreciera a la villa una serie de servicios en épocas diferentes: casa de los franciscanos en 1516 antes de construir el ya desaparecido convento de San Francisco, reuniones de urgencia en momentos angustiosos (en 1560, por haberse quemado la Casa Consistorial, con el fin de elegir el alcalde y los regidores), cuartel militar (en 1823 los liberales la fortificaron, ante los ataques de los absolutistas), escuela de La Salle a comienzos del siglo XX, correos, teléfono público, local de la banda de música etc. Hoy en día es la Casa de Cultura de la villa.La casa torre de Kalebarren tiene una historia larga y significativa, siendo, como es, anterior a la creación de la villa. Si bien, cuando se hizo la muralla (1346) quedó fuera de ella, en 1484, el Concejo, por una parte, y Juan Ochoa de Burunano, dueño de Torrekoa y su yerno, Rodrigo Gonzalez de Karkizano, por otra, llegaron a un acuerdo para que la casa se albergara localizara dentro del recinto amurallado. Hacia mediados del siglo XV, los nombrados Juan Ochoa de Burunano y Rodrigo de Karkizano fueron los primeros titulares que conocemos de esta casa.

Sin embargo, estando esta casa torre tan cerca del murallón y del reloj público instalado por el Concejo, en varias ocasiones provocó las protestas de los moradores de esta residencia. Por ejemplo, el 29 de setiembre de 1589, el capitán Bartolomé de Altzola, comunicó al Ayuntamiento que el edificio que iban a construir para abrigar las pesas del reloj no respetaba el acuerdo de 1484. De la misma forma, el 13 de octubre de 1715, Maria Luisa de Arespacochaga Alzola, protestó al Concejo por la torrecilla del reloj recién construida, y la villa decidió acudir a los tribunales. Y, el 9 de mayo de 1844, Carmen de Jusue, viuda de Pedro de Iturria y dueña de esta casa torre de Kalebarren, exigió al Ayuntamiento que desmontara la “casuca pescadería”, por haberla construido en lugar no legítimo, pegante a la casa torre.

Gracias a las investigaciones realizadas por Javier Elorza, sabemos que el matrimonio formado por Rodrigo Gonzalez de Karkizano y Maria Fernandez de Burunano, vendieron los restos de la casa torre y el solar en 1487 a Pedro Miguelez de Arriola, y a continuación, Arriola construyó una casa torre nueva. Algunos elementos constructivos de esa época se pueden ver en la fachada este.

El escribano Lope Pérez de Lasalde casó con Maria Martinez de Arriola en la primera mitad del siglo XVI, y al no tener descendencia, adoptaron por hija a su sobrina Catalina de Ibarra, en Torrekoa. Catalina al casarse con Ascensio de Altzola en 1549, su tío Lope Pérez de Lasalde donó a los recién casados además de la casa torre todos sus bienes.

Catalina y Ascensio crearon mayorazgo en 1564 con los siguientes bienes: Torrekoa y su huerta; la capilla (de la Cruz) del monasterio de San Francisco, la casa de Andicano (Andikao), casería y molinos; la casa de Ermua bekoa (Ermube) (Sallobente-Ermuaran), tierras y molinos; la casa y casería de Otsaurteaga (Otsourteaga); la casa y molinos de Plaza (Mendaro); la casa, tierra y manzanal de Albitxuri (Albitzuri); y 225.000 maravedis puestos en las alcabalas (impuesto establecido al comercio) de la ciudad de Burgos. Sin lugar a duda, Ascensio y su hijo Bartolomé, fueron los titulares más conocidos de Torrekoa y los que más sobresalieron en los campos social y económico.

Altzolatarren jauregia

Ascensio de Altzola nació en el barrio Altzola de Elgoibar y desarrolló su actividad desde el puerto fluvial de este enclave, siendo uno de los hombres más señalados de la familia de mercaderes de los Altzola. Con el fin de desarrollar el comercio a larga distancia tuvo tres galeones, de tal forma que tuvo relaciones comerciales no solamente con Euskal Herria sino también con Sevilla, Portugal, y con Honduras, México y Santo Domingo del continente americano. Para llevar a cabo estos negocios se asoció con mercaderes y banqueros de aquella época, tales como Pedro Durango, Martín Lizarraras y el italiano Gerónimo Catano. Ascensio además de ser mercader y capitán, fue alcalde en los años 1564 y 1565.

A modo de curiosidad, os diremos que el capitán Ascensio tuvo a su cargo un joven negro de nombre Antonio, posiblemente traído en uno de sus viajes comerciales. Los dos, amo y criado, juntamente con otros trescientos cuarenta y dos elgoibarreses estuvieron presentes en el puente mayor de la villa el 21 de setiembre de 1555, recibiendo al obispo de Calahorra y La Calzada Juan Bernal de Luco. En aquel entonces la parroquia de San Bartolomé de Olaso estaba bajo la jurisdicción de esa diócesis con sede en la Rioja y el eclesiástico acudía a realizar la habitual visita pastoral a nuestra villa.

Una vez fallecido Ascensio en 1572, su hijo Bartolomé continuó el camino legado por su padre, asociándose entre otros con el famoso mercader y militar Antonio de Okendo, en la última década del siglo XVI. Fue también alcalde de la villa, como su progenitor, durante los años 1589, 1590, 1601 y 1602. Una vez fallecido Bartolomé, se perdió el apellido Altzola en Torrekoa, siendo propietarios desde el siglo XVII al siglo XX, titulares apellidados Arriola, Arespacochaga, Lizaranzu, Josue e Iturria. Éste fue el patrimonio que tuvo esta familia, cuyo representante en 1812 era Liborio Josue: “la torre de Calebarren (cuartel de la tropa), la de Lizenciacua, la que vibe Ygnacio de Aguirre, la de Migel de Mendecute, la torre de Andicano, iden el Molino i la Barrena, Otsaurtiaga, Ercil, Albizcua Alzola, Yturrondo de iden, Malaga, Yraizabalcho, Goicoechea, Andicoechea, Yraeban, Garañocua o Capaguingoa, Sustaeta, Cortaberri, Molino Plaza, Ermuaran abajo, San Lorenzo y Eizaguirre”.

A comienzos del siglo XX el Ayuntamiento quiso comprar esta casa emblemática, ante la necesidad de locales, y consensuó su adquisición con el propietario de aquel momento, Manuel Iturria.

Pórtico del cementerio de Olaso SXV
Olasoko Hilerria (XV. mendea)

Pórtico del cementerio de Olaso SXV

La bella portada es el único espacio arquitectónico-escultórico que se conserva de la antigua parroquia de San Bartolomé de Olaso. En palabras de la Madre Arrazola (1912-1995), experta investigadora del arte vasco, este pórtico representa una muestra significativa del estilo gótico vasco, que tiene relación con la portada de Santa María de Deba. A su entender, el autor del atrio de la villa costera, se inspiró en el de Olaso. Al cronista vasco Carmelo Etxegarai (1865-1925), le pareció esta de Olaso una hermosa portada y la comparó con la de la parroquia de Santa María de Gernika.

El medievalista Javier Elorza, nos informa en su libro (“Villamayor de Marquina”, llamada Elgoibar. Historia Medieval de Elgoibar y Mendaro. Siglos XIII-XVI.), que fue un tal Sancho de Enparan el artífice de esta portada, aunque con anterioridad se sabía que este maese Sancho (Enparan) fue el responsable de su construcción en el año 1459, tal como figura en la inscripción existente sobre el parteluz o columna central que divide la puerta de acceso al actual cementerio. Las paredes de este ancho pórtico de planta cuadrada son de piedra sillar caliza, con pequeños contrafuertes en los esquinales delanteros, pero inexistentes en los traseros. Estos fueron eliminados para poder habilitar las tumbas del camposanto, para lo cual se ocupó el espacio de la antigua iglesia. En los cuatro lados de este pórtico se dispone un arco apuntado y encima de ellos, otros tantos arcos ciegos. Si bien hoy en día este atrio cuenta con cubierta de madera, antiguamente dispuso de una bóveda de crucería debajo de aquella, tal como se puede constatar por los arranques de los arcos y nervios existentes. Asimismo, por el lado donde se ubica la portada, los dos arranques de arcos y nervios están decorados en cada lado con pequeñas y similares figuras escultóricas: dos rostros humanos y una grotesca representación zoomorfa en la que destaca su truculenta dentadura. Un tejado a dos aguas completa la cubierta, rematada por pináculos en cada uno de los ángulos y con una cruz en la parte delantera.

La elegante puerta abocinada de esta primera parroquia de Elgoibar, presenta arquivoltas apuntadas góticas y un mainel o parteluz que se sustenta en jambas. Esta puerta está dividida en dos huecos o vanos articulados mediante un arco escarzano. Sobre ella se dispone un tímpano ausente de decoración. A pesar de que el mainel o columna central cuenta con pedestal y doselete, falta en él la originaria imagen de la Virgen María, que desapareció hace mucho tiempo. El nombre de maese Sancho y la fecha de 1459 (año de ejecución de la portada) aparecen inscritos en la bordura superior de este doselete central.

Por su parte, las arquivoltas y las jambas, están decoradas. La primera arquivolta exterior se inicia al par de la imposta, y presenta una figura monstruosa en los arranques de ambos lados, junto con decoración vegetal de hojas. Encima de ella, se localizan otras siete representaciones de monstruos. Más arriba se alinean seis doseletes sin figura alguna y a los dos lados de la pared, otros tantos pedestales. Adornando las dos arquivoltas, se nos muestran cada diez figuras pequeñas de santas y santos.

Los investigadores Fernando Pérez de Suescun y María Victoria Rodríguez López, en su obra titulada “Iconografía de las santas en el País Vasco. Las portadas de Deba, Elgoibar y Laguardia”, han identificado a cinco de las santas de la portada de Olaso, dispuestas en la primera arquivolta interior: la primera figura comenzando por la izquierda, corresponde a Santa Margarita de Antioquía o Santa Marina (con corona, con las manos unidas y saliendo de un dragón); la tercera, a Santa Águeda (con un libro y sus pechos en una copa); la octava, a Santa Lucía (sus ojos en una copa), aunque ésta ha sido relacionada a menudo con San Águeda; la novena, a Santa María Magdalena (con un libro en la mano derecha y el bote de perfumes o ungüento); y la décima y última, a Santa Catalina de Alejandría (con los atributos de la corona, rueda de cuchillos y espada que clava en un personaje).

Si bien antiguamente existían seis esculturas de santos de tamaño natural en las jambas, hoy en día sólo existen cinco, pues la asentada en el extremo derecho ha desaparecido. Comenzando por la izquierda, las cinco restantes son las siguientes: San Sebastián, San Juan Bautista, San Pedro, Santiago y San Bartolomé (ésta última tiene grabada en su pie lo siguiente: Jhoanes me fecit, es decir, me hizo Joanes). Parece ser que las dos esculturas de los extremos no se esculpieron para este espacio, y fueron colocadas posteriormente.

Existen también otras inscripciones además de las citadas hasta ahora, aunque éstas son jaculatorias o invocaciones, como por ejemplo: “Amén. Ihesu Christus” eta “Ave Maria gratia plena”.

Asimismo en el tímpano se dispusieron inicialmente las esculturas en piedra de Cristo, los dos Ladrones y Longinos (el centurión al servicio de Roma) en el monte Calvario, sin embargo hoy en día carece de figuras, y una serie de angrelados formando un arco apuntado protege este espacio por el interior. Posiblemente esta portada fue coloreada cuando la construyeron, y sabemos, con certeza, que la policromaron durante el Renacimiento y también en el siglo siguiente. El colorido le proporcionaría una gran vistosidad, sin lugar a dudas, tal como se puede apreciar en las portadas de Santa María de Deba (restos de policromía) y, sobre todo, en Laguardia (Araba).

Además de dorar y pintar las esculturas de esta portada de Olaso, el pintor Francisco del Cresal residente en Lekeitio, esculpió entre agosto y diciembre de 1537, las figuras que faltaban en este tímpano (los dos ladrones que mortificaron junto al Crucificado, Longinos y el monte Calvario).

Lo ejecutado por el artista Cresal, fue examinado por el maestro pintor Diego de Araoz, hermano del famoso escultor Andrés, en vísperas de Navidad de aquel año, valorando éste el trabajo realizado en 64 ducados de oro (8 reales por ducado), aunque al final el autor percibió tres ducados más. De todos modos, antes de verificarse el pago, Araoz impuso a Cresal las siguientes condiciones: que terminara el tabernáculo que estaba encima de la Virgen; que ejecutara las molduras de debajo de la Cruz, y que pintara los dos arcos y vasos que estaban imprimidos. Asimismo, que el paño que tenía que cubrir esta obra de arte, se decorara con las insignias de la Pasión, y que el tabernáculo se policromara de oro, los arcos y las molduras de jaspe y, el resto, de blanco.

El citado Cresal que se encargó de decorar esta portada de Olaso, parece que era familiar de Juan García del Cresal, artista que se responsabilizó del taller de policromía (pintores franceses y flamencos) del retablo de Santa María de Lekeitio entre los años 1507 y 1512.

En lo que respecta al pintor y dorador Diego de Araoz, debemos apuntar que fue un artista importante y aunque trabajó a la sombra de su hermano escultor Andrés, tuvo su propia trayectoria y personalidad en el mundo del arte. Fue un prolífico pintor sobre todo entre los años 1551 y 1575, y trabajó en Gipuzkoa, Araba, Navarra y La Rioja. Pero fueron muchos los artistas en esta familia, empezando por el presunto padre de éstos, de nombre Pedro, que ejerció como pintor y dorador en Gasteiz y su comarca. Por su parte dos hijos de Andrés (San Juan y Andrés II) continuaron el camino del padre, así como también un hijo de San Juan (Andrés III). Tal como ocurrió en otros lugares, los citados Andrés, Diego y San Juan, trabajaron conjuntamente en el retablo mayor de la iglesia de San Andrés de Eibar.

También en aquel momento, el imaginero de la merindad de Busturia, Rodrigo de Muniaran, compuso la antigua escultura de piedra de la Virgen María que estaba en el mainel, en el centro de las dos puertas de la portada de Olaso. También le recompuso la corona a la Virgen y le restituyó una mano que le faltaba. Los mayordomos le pagaron a Muniaran y a su criado, por el trabajo de seis días, 3 ducados, además de los gastos de materiales y de alojamiento.

El 23 de junio de 1613, volvieron a poner en subasta pública la pintura de la portada, cuando habían pasado sesenta y seis años desde la anterior ejecución y, sin duda, estaría necesitada de ser restaurada. Antonio de Bolunbiskar, vecino de la villa de Ermua (Señorío de Bizkaia), fue el encargado de imponer las condiciones y concreciones del trabajo a realizar, presentándose dos artistas a la subasta: el citado Bolunbiskar y un tal Pedro de Etxebeste, que además de maestro pintor, era sacerdote. Bolunbiskar ganó la subasta, comprometiéndose a realizar la ejecución en 665 reales. Debía de terminar para el día de San Bartolomé de ese mismo año y corrían a su cuenta las tintas, colores y todos los materiales necesarios. En el documento se especifican los colores que el artista debía emplear en cada figura Así, por ejemplo, Cristo, los Ladrones y las caras y manos, de color carne; la cruz de Cristo, en oro y azul; las dos cruces de los lados, de color de madera; la Virgen que estaba en el mainel, color oro en el interior y de azul por encima; las puertas principales de verde. En cuanto a la técnica pictórica debía de utilizar el óleo.

Parroquia de San Bartolomé, S.XVIII

Parroquia de San Bartolomé, S.XVIII

Esta parroquia, obra de Longa, Larraza y los Ibero, es de influencia de la arquitectura escurialense en la vascongada de los siglos XVII y XVIII. Su construcción duró 25 años, siendo inaugurada el año 1716.

Su torre barroca sobresale por su monumentalidad. El Altar Mayor, de proyección clásica con destellos barrocos, se debe al italiano Justiniani y al vasco Ugartemendia.

La advocación de la Parroquia es de San Bartolomé, cuya imagen realza el retablo, donde se puede ver claramente cómo le quitaron la piel al santo. Pero también ha sido considerado por Patrón San Antonio Abad, en cuyo honor, desde inmemorial tiempo, se han venido celebrando cultos religiosos. La imagen de este santo es probable que sea del célebre escultor donostiarra Arizmendi.

Después de 4 años de duros trabajos de restauración, en 1997 se reinauguró la parroquia.

Parroquia de San Bartolomé
Convento de Santa Clara

Convento de Santa Clara

Se construyó a raíz de un acuerdo del concejo tomado en el año 1734, en unos terrenos que poseía D. Simón de Muguruza, cerca de la Iglesia parroquial de San Bartolomé, en la entonces Plaza de Kalegoen. Forman un espléndido conjunto de plaza barroca limitada por la Iglesia parroquial, la Casa Capitular, un edificio de viviendas porticadas y un frontón cerrando el espacio hacia el río. El edificio barroco, de planta sensiblemente rectangular, responde perfectamente a la tipología de las Casas Capitulares Vascas. Es obra de los arquitectos Ibero. La planta baja abre los soportales a través de cinco arcos de medio punto, sobre los que se alzan el balcón principal y los laterales. En el centro se yergue el escudo de la villa bajo un tejadillo perpendicular a la fachada, que sobresale por encima del alar. Algunos adornos curvilíneos sobre los dinteles de los cinco vanos del primer piso destacan el carácter barroco de la construcción.

Respecto al blasón portador de los elementos heráldicos de Elgoibar, concedidos por los Reyes Católicos en 1498, está dividido en dos cuarteles. En el primero lleva un castillo almenado y en el segundo tres corazones tomados de la casa solar de Olaso que radicaba en su jurisdicción y era cabeza del bando gamboíno en toda Gipuzkoa. Sostienen el escudo dos leones rampantes, una gran cabeza de monstruo está representada en la parte inferior y un yelmo con penacho corona el conjunto. Todo enriquecido por abundantes elementos pertenecientes al mundo vegetal que se curvan sinuosamente, además de dos cañones que recuerdan sus gestas bélicas.

Udaletxea (XVIII. mendea)

Casa Consistorial de Kalegoen (S. XVIII)

Este elegante edificio de estilo barroco tardío se encuentra en la plaza de Kalegoen, lindante con la pared izquierda del frontón, que cierra un lado de la hermosa plaza barroco-neoclásica.
Los elgoibarreses decidieron construir esta nueva casa consistorial y el adjunto frontón, en las huertas de Simón de Muguruza y Joseph de Aguirre, el 10 de noviembre de 1726, y con este fin permutaron estas tierras por otras comunales.
El rey, Felipe V, concedió la oportuna licencia para la construcción de esta casa concejil, el 22 de mayo de 1728.
Para esta ocasión, también, hubo quien dio dinero en préstamo, sin cobro de intereses. Fue el elgoibarrés Francisco de Hemasabel, residente en Venezuela, enviando 500 pesos (de 8 reales
cada uno) a comienzos de 1736. Y puso como condición que, al cabo de seis años, se entregaran los 4.000 reales (500 pesos), a su madre que vivía en Elgoibar.

Su construcción se terminó en 1737 y tuvo una solemne inauguración, puesto que a comienzo de mayo se reunieron en el nuevo ayuntamiento las Juntas Generales de Gipuzkoa. El maestro
cantero, Antonio de Larraza, comenzó a sacar los cimientos diez años antes, y su hermano Tomás, realizó el resto del trabajo de cantería, hasta finalizar la obra. Utilizaron sillares de piedra caliza de las canteras de Zabala y Momiola. El trabajo de carpintería y ebanistería, corrió a cargo del bergarés Ignacio de Echeverria y del elgoibarrés Gregorio de Aguirre. Echeverria se ocupó de los tejados, suelos y otras labores; Aguirre, por su parte ejecutó las ventanas, y los modillones etc.

Los primeros planos del edificio fueron diseñados por Sebastián de Lecuona. Asimismo, el arquitecto azpeitiano Ignacio de Ibero, dibujó en 1744 los planos de la galería trasera, aleros y frontis de los soportales con su asiento de honor (frontis del Kontzejupe). Por fin, Francisco de Ibero, hijo de Ignacio, labró en 1754 el escudo de armas de la villa y la decoración que lleva a
ambos lados, habiéndose ocupado además, anteriormente, de su diseño En lo que respecta a la arquitectura, destacaríamos los siguientes elementos arquitectónicos: los soportales sobre arcos de medio punto; los dinteles y encima de ellos el frontón clásico de estilo Palladio, cobijando el escudo de armas y los adornos de ambos lados, en la primera planta;, asimismo, los adornos de modillones de los aleros y los magníficos trabajos en hierro forjado de balcones y ventanas, siendo estos últimos elaborados por el gran maestro Gregorio de Aguirre.

Además de esos elementos de la fachada principal, es de justicia valorar estéticamente también la galería con tres arcos de medio punto de la fachada trasera. De este modo, formas dinámicas y estáticas se van combinando a lo largo del edificio, siguiendo las proporciones académicas, y utilizando la decoración con mesura. También en la ejecución de este inmueble, se tomó como modelo el de otras muchas casas de ayuntamiento de Euskal Herria empleándose para ello la planta rectangular.

Para finalizar, vamos a mencionar las declaraciones que como monumento patrimonial, ha recibido este edificio. Por orden de 17 de enero de 1964, se declaró Monumento Provincial de
Interés Histórico-Artístico y, por orden de 17 de julio de 1984, se ratificó esta declaración por el Estado. Asimismo, por orden de 6 de abril de 1998, la Zona Arqueológica del Casco Histórico donde está enclavado este edificio, fue inscrita por el Gobierno Vasco como Bien Cultural, con la categoría de Conjunto Monumental, en el Inventario General del Patrimonio Cultural Vasco.

Balneario de Altzola

Balneario de Altzola

Según cuenta una historia, en invierno, unos niños que se estaban bañando en el río Deba se dieron cuenta de que en el lado izquierdo del río el agua salía muy caliente. Sea esto cierto o no, en 1775 el doctor Francisco Platón envío una carta al Ayuntamiento diciendo que el agua que manaba de algún lugar concreto de Altzola era muy beneficioso para la salud y que encontrara el manantial como fuese.

En 1844, el alcalde Pedro Manuel Atristain registró las aguas calientes de Altzola, y tras derribar el caserío Etxezuria contruyó el balneario, que se inauguró en el año 1846 y tuvo mucha fama durante el S.XIX. Venía mucha gente del extranjero a beber las aguas termales de Altzola y a curar las enfermedades o, simplemente, a descansar.

Hoy en día Altzola es un barrio pequeño, pero el S.XIX era todo un punto de encuentro en el que llegó a haber hasta 10 hoteles y hostales: Larrañaga, Boulevard, Altzola, Zelaia, Albizkoa, Ituarte, Sebastiana, Leocadia, Juliana y Dolores. La gente que acudía al balneario era elegante y adinerada. Aunque hoy en día no funcione como balneario, las aguas de Altzola se comercializan y son muy preciadas.

Caserío Zabalatorre

Caserío Zabalatorre

Está a las afueras del pueblo, sobre un altozano, en el barrio Arriaga, desde donde se domina el pequeño valle. En las cercanías se encuentra el caserío Apatrizbekoa y su molino de agua todavía en marcha. Es una Casa-Torre de planta cuadrada, tejado a dos aguas, altura de tres plantas y desván. Muros de mampostería y sillarejo, con esquinales y recercos en sillería. Conserva muchos elementos originales: Portadas en Arco Puntado, ventanales geminados, apuntados, saeteras, modillones y demás.

En el año 1451, este edificio pertenecía a Ibáñez Zabala. Este linaje que perdura hasta mediados del siglo XVI, contribuyó económicamente a la construcción del convento de San Francisco de Elgoibar, en el año 1516. En este mismo siglo, se unen las Casas de Zabale y Karkizao en un mismo mayorazgo al que, a través de los años, fueron añadiendo otras casas.

Ermita de Idotorbe (San Pedro)

Ermita de Idotorbe (San Pedro)

Pertenece a la Ermita de San Bartolomé de Elgoibar, Arciprestazgo de Eibar. Situada en las afueras del pueblo, en el barrio rural de su mismo nombre, en la cumbre del monte San Pedro, junto a Kalamua. Desde allí es posible divisar la eibarresa ermita de Ntra. Señora de Arrate, así como todos los montes que rodean nuestra villa, el centro de ella y el pórtico del cementerio de Olaso. Es una ermita de gran tamaño, de planta casi cuadrada, tejado a tres aguas, más tres aguas adicionales en la parte del ábside y de una sola nave, con muros de mampostería, con esquinales en algunos contrafuertes. Vano (hoy tapado) de primera puerta de arco de medio punto y una ventana de arco conopial.

La sillería de arco tapiado es en dovelas de grandes dimensiones, teniendo un nicho en la clave. Este arco da al pequeño porche de la torre del campanario, que aparenta ser más reciente. Tiene tres alturas y cuatro aguas, con una campana de volteo.Seguiremos por la carretera asfaltada y a unos 200 metros encontraremos la ermita. Adosados a la ermita hay dos pequeños frontones y junto a ella el caserío San Pedro, hoy restaurante. Enfrente se encuentra la campa de Idotorbe, dotada de mesas a la sombra de los árboles. En este lugar el Ayuntamiento ha colocado una serie de juegos para los más pequeños. También hay un carrejo para el arrastre de piedra y un bolatoki cubierto.

Ermita de Azkue (San Roke)

Ermita de Azkue (San Roke)

En un principio fue conocida como la Ermita de San Vicente Azkue. Hasta que un año el municipio se vio asolado por una epidemia de peste y los ciudadanos se encomendaron a San Roke para hacerla desaparecer. Desde entonces, como el Santo consiguió llevar a buen puerto la tarea que le había sido encomendada, la ermita lleva su nombre.

En la punta de la ermita, sobre las campanas, se pueden apreciar las imágenes de dos boxeadores realizadas en hierro. Según parece, las imágenes fueron colocadas por los habitantes del barrio allá por el año 1971, en homenaje a Urtain, que visitó el barrio tras proclamarse campeón de Europa de Boxeo.

Ermita de Sallobente - Ermuaran

Ermita de Sallobente - Ermuaran

El aspecto que más destaca al acercarnos a esta bonita ermita situada en el barrio de Sallobente - Ermuaran lo constituyen unas pinturas medievales encontradas por casualidad en el año 1989. Por aquel entonces se iban a acometer diversas tareas de rehabilitación del interior de la ermita cuando, para sorpresa de propios y extraños, al retirar el retablo aparecieron unas pinturas medievales de gran valor.

Pueden contemplarse dentro de la Ermita de San Lorenzo pinturas de tres estilos diferentes: neoclásicas, de la época del Renacimiento y góticas. Todas ellas fueron convenientemente restauradas y desde el 27 de noviembre de 1996 están expuestas al público. En opinión de los expertos, las pinturas góticas son las de mayor antigüedad e importancia encontradas en Gipuzkoa después de las encontradas en las cuevas de Ekain y Altxerri.

Aita Agirre kulturgunea

Antiguas escuelas del padre Agirre. Centro Cultural

El colegio se construyó en 1892 en el centro de la villa, en el mismo lugar donde estuvo el convento de San Francisco (1516-1840). Para ello, el Ayuntamiento tuvo que pagar al Estado por la transmisión del desamortizado antiguo convento 13.999 pesetas y 34 céntimos, en un plazo de tres años, consiguiendo de esta manera su propiedad. Juntamente con el edificio de las escuelas, se urbanizó el entorno y se creó la plaza en los años cuarenta del siglo XX, dándole la denominación de Padre Agirre (1863-1941), en honor del obispo misionero elgoibarrés.

El Ayuntamiento a finales de abril de 1890, recibió la cesión de la propiedad, firmada por la reina regente Maria Cristina y, en diciembre del mismo año, se emitió el oportuno real decreto autorizando la construcción del colegio. La decisión de los elgoibarreses era firme, ya que hacía tiempo que tenían decidido la erección de un nuevo y decoroso centro escolar en el lugar que ocupó el viejo convento. La demolición de este vetusto edificio tuvo lugar a principios de 1891, no obstante, su iglesia anexa de San Francisco permaneció en pie hasta 1925.

Las obras para la construcción del nuevo colegio dieron comienzo en mayo de 1891, siendo Manuel Etxabe, arquitecto que redactó el proyecto de la catedral del Buen Pastor de Donostia-San Sebastián, entre otros edificios, y el contratista, Miguel Loiola, quienes dirigieron su ejecución. Los alumnos elgoibarreses tuvieron la suerte de poder inaugurar las nuevas aulas durante el curso 1892-1893. 

Desde entonces, esta escuela, además de ser centro educativo de muchos alumnos/as de diferentes generaciones, fue sede de la Escuela de Artes y Oficios, Academia de Música, local de ensayo de la Banda de Música y de otras muchas actividades. En el año 2019 se reformó este edificio, para habilitar el actual Centro Cultural, en la que se ofrecen diferentes servicios, tales como los afectantes al Área de Igualdad, Cultura y Euskara, Biblioteca, Asociación Elgoibarko Izarra y también el semanario Barren.

El citado arquitecto provincial, Manuel Etxabe optó por un estilo historicista para diseñar estas escuelas de Elgoibar, concretamente el neoclásico. Como se puede apreciar, este edificio transmite equilibrio, simetría y sensación de monumentalidad.

Aita Agirre kulturgunea

Frontón de Kalegoen

Se localiza en la plaza de Kalegoen, cerrando el flanco occidental de la plaza mayor de la villa.

Se trata de un frontón abierto y construído en sillería de piedra caliza, con las siguientes dimensiones: 26,70 metros de largo, 9 metros de alto y 10,70 metros de ancho. El arquitecto bergarés, Mariano José de Laskurain, realizó el diseño y Sebastián Barrenechea se encargó de ejecutar la obra, en 1863. Para su construcción empleó material de las canteras de Moru y de Otaola en Eibar. 

El anterior frontón que estuvo en el mismo sitio de Kalegoen, se construyó en 1751, siendo tres cuadros más corto que el actual y la pared izquierda más baja, puesto que llegaba hasta la ménsula de la balconada de la Casa Consistorial. Con la construcción del frontón se consiguió el cierre del lado oeste de la plaza barroco-neoclásica de la villa.

El anterior frontón construído a mediados del siglo XVIII, fue ejecutado siguiendo el diseño de Domingo de Aizpitarte y bajo la supervisión de los arquitectos, José de Zuaznabar y Francisco de Ibero. Respecto del material constructivo aprovecharon la piedra sillar de la espadaña de la parroquia nueva la cual fue desmontada para levantar la actual torre, así como la piedra procedente de la cantera de Momiola. Una vez que allanaron la solera del frontón, la cubrieron con losas de Eibar rematándola con piedra del lugar de Momiola. Unas bolas de piedra decoraban la cumbre del frontis estando esa pared en línea con la casa que albergó el café Amistad (hoy, centro administrativo municipal). Las dos construcciones delimitaban la plaza por aquel flanco, quedando entre ambas un corredor hacia el puente de 15 pies (4,5 metros aproximadamente) de ancho.

Detrás del frontis de ese primer frontón existía un espacio libre, con camino de bajada al río, donde las mujeres solían limpiar la ropa. Ese lugar, precisamente fue vendido por el Ayuntamiento en 1833, a Domingo de Muguruza para edificar una casa la cual fue construída siguiendo los planos redactados por el arquitecto, Mariano José de Laskurain Por este motivo, para ejecutar el actual frontis a la vera del río, se tuvo que derribar la casa de Muguruza, treinta años más tarde.

El 30 de junio de 1834, el valle del Deba sufrió una gran inundación, de tal forma que en Elgoibar, además de perder la vida ocho personas, hubo muchas pérdidas materiales, afectando a molinos, ferrerías, fraguas, plazas, calles, y edificios. A consecuencia de ello, una vez finalizada la primera guerra carlista, en 1840, tuvieron que reconstruir la pared izquierda del frontón con piedra de sillería, así como el pavimento, este último con losas extraidas del monte Oiz.

Por último, debemos recordar, que los elgoibarreses fueron muy aficionados al juego de la pelota, siendo Elgoibar cantera de muchos y buenos pelotaris. Algunos, profesionales y la mayoría, aficionados, que se forjaron en este frontón, en el Kontzejupe, en el de Ermuaran y en el de Andueza de Kamiñerokoa.